LÉXICO TIQQUNIANO (1 de 5)

Ilustración incluida en la revista Tiqqun

En los textos de La Hipótesis Cibernética, de Tiqqun, se pueden encontrar a veces, sin mayor explicación, alusiones a conceptos como Bloom, Partido Imaginario o el propio término Tiqqun. Reproducimos aquí, para facilitar algunas claves de comprensión, el glosario o «léxico tiqquniano» que publicamos en su día en Primeros materiales para una teoría de la Jovencita, ampliado con algún otro término. No se trata de dar definiciones unívocas de los conceptos, sino de aportar alguna referencia más, alguna pista más.



  • Metafísica occidental y metafísica crítica:

La metafísica occidental encuentra su consistencia en el presupuesto de un punto de vista soberano sobre el mundo. No se trata de un pensamiento sin consecuencias, sino de una filosofía práctica: Occidente está hecho a imagen y semejanza del esquema metafísico por el cual un sujeto soberano (Hombre, Razón o Progreso) se opone o gobierna todo lo que no es él («dueños y señores de la naturaleza»). Ese sujeto o presencia soberana asume la forma de una fortaleza absoluta, separada, sin relación, autosuficiente y autocentrada. De la distinción entre sujeto y mundo, base de la metafísica occidental, se derivan luego otras muchas separaciones desgarradoras: entre cultura y naturaleza, contemplación y acción, libertad y apego, sí mismo y otro, humano y no humano, etc. 

La filosofía de Tiqqun recibe el nombre de «metafísica crítica» porque parte de preguntas radicales sobre el sentido dela vida que hunden la frontera que nos separaba nítidamente del mundo (es la llamada «crisis de la presencia»). A través de ellas nuestro ser-en-el-mundo se vuelve problemático, pierde el control sobre la realidad y se abre así a la posibilidad de crear otros modos de existencia.

  • Política extática:

Cada crisis de la presencia (ya sea personal o colectiva) abre una rasgadura en el orden de la metafísica que puede habilitar otra experiencia del mundo: ya no la identidad absoluta de uno consigo mismo más allá de los contextos y las relaciones, sino la exposición, el ser-en-situación, el entrelazamiento, la presencia común. Es una experiencia extática que nos pone «fuera de sí» y dentro del campo de relaciones heterogéneas en el que estamos irremediablemente implicados y al que llamamos mundo. Si la metafísica occidental encuentra su consistencia en el presupuesto de un punto de vista soberano, la crisis de la presencia puede ser la antesala de un desplazamiento, porque disuelve todo ideal de una presencia autoritaria y dispone otro punto de partida para la política, una política extática, del habitar.

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